Derechos humanos y Juegos Olímpicos
Comenzaron los Juegos Olímpicos de Pekín, ese acontecimiento tan temido y esperado en ambas partes por igual desde hace mucho tiempo por todos, tanto por China por lo que significa para ellos, como para nosotros, los padres y madres adoptantes por lo que pensamos que pueda pasar a partir de ahora.
Lo que si es verdad que llevo varios días reflexionando es que, últimamente, muchas personas se ensañan con China.
No es un país perfecto, tampoco nosotros lo somos.
No creo que exista sobre la tierra un sólo país que pueda presumir de ser el abanderado de los Derechos Humanos durante toda su historia.
Los Juegos ya se han celebrado en otros países polémicos, entre guerras frías, entre intereses económicos, y la polémica nunca ha sido tan grande.
Y pienso que hay dar oportunidades a todos.
El espíritu olímpico, esa llama que arde incombustible avivada por los valores, por el juego limpio, por el respeto, por la tolerancia, por la convivencia, hoy arde en el corazón de el país que me dará un hijo o una hija. Y yo deseo que arda para siempre.
Hoy pondré mis ojos en China con la esperanza de que su futuro y el nuestro sea mucho mejor.
Y ojalá ojalá, que antes de que vuelvan a celebrarse otras olimpiadas, ya lleve mucho tiempo con nosotros, ese es mi sueño, nuestro sueño. Los atletas sueñan con las medallas de oro, con el podio de honor, para el que se preparan durante años...nosotros soñamos con nuestro hijo o hija, para mi no hay mayor recompensa a nuestros esfuerzos.
Que el espíritu olímpico reine en Pekín y en todo el mundo.
Shari.(adaptación).
China es injustamente tratada. Parece que Occidente ha olvidado que China está haciendo en una generación lo que la mayoría de los países occidentales han hecho -y aún no han acabado de hacer- en siglos.
Cuando Occidente reclama derechos humanos a China parece haber olvidado que, aunque nos consideremos paradigma de la democracia y paladines de los derechos humanos, tan sólo un par de generaciones atrás aceptábamos la esclavitud como normal y, aunque oficialmente abolida, sus secuelas perduran hoy.
Occidente parece haber olvidado que no hace mucho, en la Revolución Industrial del Siglo XIX, aceptábamos el trabajo infantil en fábricas y minas, y que hoy seguimos utilizando mano de obra barata, baratísima (e infantil), de países en vías de desarrollo para fabricar productos de consumo en nuestros países desarrollados.
El Occidente democrático, civilizado, culto y modélicamente respetuoso con los derechos humanos al que todos orgullosamente pertenecemos, este Occidente nos ha regalado las perlas de un Abu Ghraib, un Guantánamo, unas penas de muerte cuestionadas pero no anuladas, unos florecientes negocios de prostitución infantil, unas Operaciones Cóndor (por citar una bien conocida) para defender dictaduras.
Nuestro modélico Occidente, a pesar de disponer ya del potencial tecnológico necesario, no se decide a lanzarse de lleno de una maldita vez al desarrollo de las energías limpias y librar al planeta de su dependencia de los combustibles fósiles.
Por su cultura, el chino procura no ofender ni criticar nunca a un interlocutor -y menos en público-, y tampoco necesita demostrar que es mejor que otros aireando defectos ajenos. Pero sería un error confundir esta educación china con debilidad.
Por honestidad, Occidente haría mejor en no exigir a otros lo que ni él mismo cumple y mostrar cierto respeto por un país que, no lo olvidemos, está ganando -o ha ganado ya- su primera y más importante primera batalla: la batalla contra el hambre que sufrían sus gentes, y está caminando hacia la modernidad con una inteligencia que salta a la vista.-
CARLOS DÍAZ GONZÁLEZ - Alicante - 08/08/2008
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